Normalmente no me gusta hablar de política. De las materias que menos disfrutaba en mis años de estudio de Ciencias de la Comunicación eran las de Política: Geopolítica, Estado y Sociedad, etcétera. Sin embargo, esas materias me dieron armas para ver un poco más críticamente lo que acontece en el país en este momento.
No soy ni socióloga ni politóloga, y no es mi pretensión serlo, que eso quede muy claro desde este momento. Soy una escritora, pedagoga, pseudo filósofa de repente y ante todo, madre y mexicana preocupada como, creo, varios lo están en este momento. Me precio de moverme en un ambiente de pensamiento crítico y por eso levanto mi voz desde mis humildes letras. De cualquier forma muy pocas personas visitan este pobre blog…
En fin, mi preocupación es ¿qué va a pasar con México este 2012? Ante la paupérrima oferta de candidatos que nos presentan los partidos políticos es alarmante el panorama actual.
Empecemos con el PAN que tiene a tres precandidatos: Josefina Vázquez Mota, Ernesto Cordero y Santiago Creel.
Creel no es la primera vez que pretende llegar a Presidente ¿será que este año le den chance? Y, de conseguirlo ¿los mexicanos le darán la oportunidad al PAN que ha demostrado ser quizá peor que el PRI? Y no porque los del PRI fueran santos, sino porque ellos, dentro de su corrupción, conseguían mantener no tan alebrestado al crimen organizado. ¿Los mexicanos decidirían aplicar «Más vale malo conocido…» antes que votar por Creel? A Cordero mis esperanzas no le dan para mucho (al menos en mi imaginario) pues se las ha ingeniado para quemarse tantas o más veces que el mismo Peña Nieto y eso no lo deja nada bien parado frente a los mexicanos. Y Vázquez Mota, lo mismo Cordero en su momento, hoy que firmó su precandidatura afirmó que mantendrá la política de cero tolerancia hacia el crimen organizado, continuando con la «labor» que Calderón tan diligentemente ha comenzado en nuestro mutilado país.
Hablar del PRD es hablar de una corrupción e incongruencia extremas. Ahora el partido de la «izquierda» ha nombrado por segunda ocasión a López Obrador como su candidato, para horror no sólo de Marcelo Ebrard (quien ya saboreaba la candidatura desde hace un rato) sino para todos los que nos soplamos el «Voto por voto, casilla por casilla» durante lo que parecieran siglos. Si López Obrador juraba y perjuraba que era el presidente legítimo y ahora nuevamente se postula ¿no sería reelección? ¿o en su imaginario eso no cabe? ¿no se da cuenta de que con tal de llegar a la Silla Presidencial es absolutamente incongruente? (claro, esa última era pregunta retórica).
Y el candidato del que todo México habla recientemente, Peña Nieto, por el PRI. Si bien se veía muy fuerte, pues en apariencia al estado de México le fue bien bajo la gobernatura del príista, en una semana Peña Nieto se las ha ingeniado para ser trending topic en Twitter en más de una ocasión. El Facebook se ve plagado de fotos y chistes y en un dos por tres Peña Nieto se ha convertido en meme dando de qué hablar a todos en las redes sociales. Lamentable, al parecer… aunque bien podría ser una buena campaña no planeada, pues si bien ha sido por meter la patota, TODOS están hablando de él y mi abuelito decía «Que hablen bien o mal de ti, pero que hablen».
¿O qué tanto han escuchado del resto de los presidenciables en estas semanas? Más allá de reiterar los errores de Peña Nieto: lo siguen mencionando. Sí, quizá EPN requiere un nuevo consultor y un nuevo equipo que le ayuden por piedad con un buen guión para que deje de calabacearla, pero el nombre de EPN está sonando tanto que puede ser contraproducente.
Si acaba siendo el más nombrado ¿quién nos asegura que no será el más votado porque es el que queda en la memoria de los mexicanos? Puede sonar exagerado, pero recordemos que los que están leyendo estas líneas en sus pantallas son de los pocos privilegiados que sí saben leer y aún menos privilegiados que cuentan con acceso a Internet. ¿Cuántos mexicanos no leen? ¿Cuántos no tienen computadora?
¿Qué vamos a hacer los mexicanos? Es pregunta que he escuchado de forma reiterativa en las últimas semanas y ante la que he hallado infinidad de respuestas, todas nefastas: desde el «recemos porque nos toque el menos peor» hasta el «seguro aunque anulemos el voto habrá fraude». Resignación y desidia absoluta. «No hay a quién irle» (agreed), «Seguro nos llevarán al baile» (¿por qué seguro?), «Es que es ir de Guate-mala a Guate-peor»…
¿Es que en serio nada podemos hacer? Claro, si nos abstenemos, si nos quedamos impávidos dejando que otros jueguen con nuestro país, por supuesto que no nos queda nada qué hacer… pero eso incluye el no quejarse ¿eh? No podemos entregarle las riendas de un país a la buena suerte y después quejarnos de que no funcionó. ¿Es que no podemos pensar, actuar? ¿Es que el mexicano sólo está bueno para quejarse y, eso sí, sacar maravillosos meme’s ante las metidas de pata ajenas?
Las elecciones están a la vuelta de la esquina, pero piensen un poquito en el nombre «ELECCIONES» se supone que somos nosotros los que elegimos. Y estamos en nuestro derecho de exigirle más al gobierno, así como es nuestra obligación empezar a hacer más por el país. Los servidores públicos son eso: servidores del pueblo. No tienen, ni deben, por qué ser más que nosotros o pisotearnos. ¿Estamos? Ahí se los dejo de tarea. Empecemos nosotros el cambio.